Vivimos intensamente como si el tiempo nos odiara, morimos por cada palabra sin temerle nada, vivimos viendo cimas que están cada vez más cerca, morimos y la rutina vigila tras nuestra puerta. Seguimos recargando el arma, vomitando el alma, escribiendo el malva, aguantando el peso en nuestra espalda. Solos nos salva la fe, es todo lo que tenemos, la cuerda floja en nuestros pies hoy pide que abandonemos.
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